lunes, 12 de marzo de 2012

📄 The Godfather (1972): Una oferta que no podrás rechazar


Marlon Brando interpretando a Vito Corleone


Cristián Berríos

Escrito en marzo 2012 
Actualizado en agosto 2023

Recién en 2012, a cuarenta años de su estreno mundial, muchos cinéfilos tuvieron la posibilidad de deleitarse con la historia de la familia Corleone en pantalla grande. A estas alturas resulta casi una afrenta desmenuzar el guión escrito por Mario Puzo y Francis Ford Coppola, más el aporte de Robert Towne, que no figuró en los créditos. Antes de someter a un análisis a El Padrino (The Godfather en inglés) hay que considerar que es una piedra angular del cine. Se ha convertido en una herramienta para la crítica de otros films. 

Es parte de nuestras vida de una u otra forma. Desde niño, cada vez que comprábamos en la feria para Semana Santa, y mi madre desenvolvía el pescado entre los diarios, venía a mi mente la frase “Es un mensaje siciliano, significa que Luca Brasi duerme con los peces”

Los hijos de Vito Corleone, interpretado por Marlon Brando, representan a grandes rasgos distintas clases de seres humanos: El macho alfa y dominante, Santino, fuerte y decidido, pero demasiado impulsivo para convertirse en un líder confiable; El omega, el débil, cobarde e influenciable, Fredo, a quien su hermano menor corrige por ponerse en contra de los intereses de la familia; y Michael, el héroe de guerra, el astuto y finalmente el que reúne todas las virtudes para transformarse en el Don. 

El mayor de los hijos fue asesorado por el consigliere o consejero Tom Hagen, encarnado por Robert Duvall, un hombre de 35 años de origen germano americano, pero denostado como irlandés en la novela de Puzo. Según la trama, Tom había sido criado como un hijo adoptivo por la familia Corleone. Vito, desmarcándose del amor ciego de un padre, le dedica una frase conciliadora tras la muerte de su primogénito: “No fuiste un mal consigliere, Santino fue un mal Don”. 

Curiosamente, Joel Gray, actor de la película Cabaret, derrotó a Robert Duvall, que encarnaba a Hagen, James Caan, que daba vida a Santino; y a Al Pacino, que interpretó a Michael en la categoría de Mejor Actor de Reparto en los Premios Oscar. Tres actuaciones que se transformaron en registros trascendentales en sus carreras e iconos culturales. 

No era fácil ser parte de El Padrino cuando todos los ojos de la mafia estaban puestos en la película y tanto Francis Ford Coppola como los productores habían recibido amenazas. Fue necesaria una reunión con representantes de la mafia para que entendieran que el filme no pretendía revelar sus secretos. Y finalmente adoraron el proyecto. Por supuesto, Coppola nunca a ese encuentro porque temía ser asesinado. 

El auge y caída de Michael Corleone, un héroe de guerra, representa a los protagonistas de muchas empresas visionarias que terminaron en resultados ruines, como si habláramos de un fabricante de armas, pero en esta historia no es un nuevo revolver o ametralladora lo que marca diferencias. Es la determinación, la falta de escrúpulos y la astucia para ejecutar una maniobra. 

Por supuesto, si Michael había estado en la guerra conocía de derramamiento de sangre, aunque en la película fuera presentado como un joven del cual nadie sospecharía. El bautismo que propicia su ingreso al mundo de la mafia, más allá de los antecedentes de su familia, se produce con los asesinatos de Vigil Sollozo y el Capitán McCluskey. La tribulación de Micheal antes de que tirara el gatillo fue magistralmente interpretada por Al Pacino.


Y ni hablar de Marlon Brando. Su desempeño constituye un aspecto fundamental del brillo y solidez de la historia basada en la novela homónima de Mario Puzo. Ayudándose de algodones puestos en la boca, que reemplazaron a los papeles que había utilizado en un principio en la intimidad de su hogar, el célebre actor da vida a un hombre mayor, de una inteligencia que queda demostrada con dos simples pinceladas: Cuando deduce que Barzini usaba de títere a Tattaglia, y al  advertir a Michael que el hombre que concertara una entrevista con su enemigo, tras su propio funeral (Sí, el de Vito), sería un traidor. 

Cuando el lado oscuro de Michael se desata, comprendes la angustia de Vito Corleone al enterarse de que su hijo más querido fue el que asesinó a dos de sus enemigos. Probablemente intuye que se ha escapado la posibilidad de redimir a su familia. Don Vito es enfático en señalar que él había hecho lo necesario para cuidar de los suyos, pero no escapa al dolor de un padre al ver que su hijo se ha convertido en algo que no querría. 

El cambio de vida de Michael, que asume como Don o Jefe de Familia, luego de la muerte de Santino, también implica que renunciará al amor, puesto que provoca una distancia entre él y Kay Adams, interpretada por Diane Keaton, que se transforma en su segunda esposa, tras la muerte de la primera en un atentado. La secuencia que retrata este hecho con el cierre de una puerta está entre lo más selecto de la historia del cine. 

En ocasiones podría envidiar a quienes jamás han visto ninguna parte de la trilogía. Es una historia y una oferta que no podrás rechazar.




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