Cristian Berríos
Hay personas convencidas de que las oportunidades nunca vuelven a presentarse. El problema de esta clase de pensamientos lapidarios es que generan una presión innecesaria. La verdadera pregunta que debe realizar un emprendedor o emprendedora no es "¿Volveré a tener una oportunidad así?" sino "¿Cómo y cuándo puedo capitalizar esta u otras oportunidades similares?".
¿Qué ocurriría si un pianista imaginara que debe cargar con su instrumento sobre los hombros a todos lados? Lo aplastaría la angustia antes que el propio peso del piano. Es verdad, generalmente un músico de observatorio cuenta con una compañía u orquesta que se ocupa de la logística. Sin embargo, si tuviera que organizar un concierto en forma individual no sería necesario que trasladara su instrumento de tal forma. Aquello sería penoso y una versión moderna del mito de Sísifo.
El músico coordinaría y proveería una serie de recursos humanos, técnicos o materiales y financieros que harían posible su espectáculo. Lo único que no podría ocurrir jamás es que desconozca como se toca el piano o qué repertorio desea escuchar la audiencia. Lo mismo ocurre en el comercio.
En los negocios ni el éxito ni el fracaso es un asunto seguro, sólo existen indicadores, contextos económicos y oportunidades de mercado que deben ser analizados y considerados. El momento de actuar puede ser en el futuro inmediato o incluso a mediano o largo plazo ¿Cuándo es el momento entonces? Depende. El momento (cuándo), el medio (cómo) y la razón (por qué o para qué) deben ser coherentes con la oportunidad.
Por ejemplo, un vendedor que habita cerca de un lago turístico conoce perfectamente la razón que habría detrás de su emprendimiento (obtener ganancias) y el medio (venta directa), pero no es lo mismo que arriende sombrillas en verano o que venda chocolate caliente en invierno. El momento además es propicio para que genere más productos. En verano, además de arrendar sombrillas, venderá refrescos y en invierno, junto con el chocolate caliente, puede ofrecer guantes o bufandas. Y si los ingresos en temporada baja son insignificantes centrará su trabajo sólo en una estación.
¿Cuánto dinero se puede perder? Muy poco. Si un negocio no funciona hay que diferenciar rápidamente entre la perseverancia y el derroche. Vuelve a tomar sentido el objetivo (por qué). De los negocios familiares dedicados a la producción o manufacturación que fueron aplastados por las importaciones chinas sólo quedan las cortinas metálicas cerradas. Tan cierto como eso es que quienes daban un valor agregado a sus productos sobrevivieron de una u otra forma.
Se debe repetir una y otra vez "¿Por qué?" "¿Para qué?" Hasta al fin determinar si vale la pena continuar. Si una persona requiere pagar un préstamo bancario, el arriendo de su casa o departamento, mantener una familia, o pagar gastos médicos muy elevados, su urgencia es inmediata. Esta clase de apremios será una motivación especial para no dejarse abatir. Un emprendedor o emprendedora que se hace a sí mismo/a desde la resiliencia será perseverante. Sin embargo, el mercado no perdona.
Junto con el deseo de surgir debe venir asociada una buena estrategia y un profundo conocimiento de elementos como el marco legal, el producto o servicio que se desea ofrecer y quiénes serán los potenciales clientes.
El último tren, barco o autobús hacia el cumplimiento de nuestros sueños es una construcción social que no debe poner límites a nadie. A menos que exista una recesión económica que límite los intereses de los potenciales compradores o compradoras, siempre será un buen momento para comenzar.
La última pregunta es "¿Con qué se empieza?" Simple, con algo que tenga potencial para venderse muchísimo, con un producto que pueda transformarse levemente y sea aún más interesante o, en último caso, con un objeto o bien que mantendrá su valor de mercado aunque no tenga una salida inmediata.
¿Y crear, elaborar o producir? Por supuesto, pero siempre y cuando el producto cuente con el mencionado valor agregado. Y nunca hay que dejar de lado los servicios, cuyos costos suelen ser menores.
Si un potencial emprendedor o emprendedora domina un rubro o posee formación en un ámbito determinado, debe explorar la opción de capacitar o asesorar a otras personas, dentro de los márgenes legales.
¿Y ahora? A soñar, pensar y luego a emprender. El tren nunca se ha ido. Va en marcha hacia la estación donde comienza la travesía, justo ahora.
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