Cristian Berríos
Escrito para Columna de Razta
3 de noviembre de 2021
Hoy en temas de interés social, te contaremos el caso de Alice Meyer, cuyo esclarecimiento fue entorpecido por los corruptos y criminales procedimientos de las instituciones del estado en Chile durante la década de los 80'.
El 17 de diciembre de 1987, en el canal de regadío del Parque del Sol de Lo Barnechea, fue encontrado sin vida el cuerpo de una joven deportista. Su nombre era Alice Meyer Abel, tenía 24 años y era hija del dueño del restaurant “Munchen”, ubicado en el sector alto de Santiago.
Sus ropas estaban desgarradas, había recibido golpes en el rostro y cráneo con una piedra, provocándose así su deceso. El cuerpo de Alice presentaba indicios de haber sido abusado sexualmente. El atacante no había mostrado interés en robar objetos de valor, entre ellos su moto.
¿Quién era el principal sospechoso? Mario Santander Infante, hijo de Mario Santander García, miembro del directorio de Sigdo Koppers, también integrado por Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Manuel "Mamo" Contreras. Años más tarde, Frei negó haber compartido tal posición con Contreras.
Los principales testigos eran dos hombres que habían visto a Alice y al sospechoso pasear en la moto de la joven, Delfín Díaz y José "Topo Gigio" Contreras. A ellos se sumaría Rosa Jara, quien declaró que habían pasado muy cerca de ella.
Sergio Miranda Carrington, abogado de Mario Santander Infante, y posteriormente de Manuel Contreras, sostenía que contaba con la "absoluta y completa convicción" de que su representado, un joven empresario que seguía los pasos de su padre en las finanzas, era inocente.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle hizo llegar una carta al tribunal, firmada ante notario, que avalaba la buena conducta de Mario Santander Infante.
El caso tomó un giro inesperado cuando en ese mismo diciembre de 1985 hubo otro hallazgo impactante. El cuerpo de Delfín Díaz colgaba de un árbol. En su poder estaba el reloj de Alice Meyer, tomado del sitio del crimen por agentes de la PDI, de acuerdo al relato de testigos.
Entonces, la coartada de Mario Santander Infante cambió. En un principio declaró que había tomado una siesta de 4 horas. Luego dijo que había estado en una reunión con doce amigos, algunos de ellos representados por abogados como Luis Ortiz Quiroga, Luis Bates y Favor Harasic.
Un testigo clave apareció en escena, Mikel Ugarte. Identificó a Mario Santander Infante como el acompañante de Alice Meyer el día de su asesinato. Luis Opazo Quiroz, jefe de equipos de la Brigada de Homicidios, escribió en su informe que Ugarte había identificado a Delfín Díaz.
Delfín Díaz y José "Topo Gigio" Contreras solían ir al sitio del crimen para espiar parejas y aspirar neoprén. Conocía a Santander Infante, había sido su caddy en el Club de Golf. "Topo Gigio" declaró que Díaz intentó extorsionar a Santander, lo cual habría provocado su muerte.
Con la supuesta culpabilidad de Delfín Díaz, la brigada de homicidio, que habría tomado parte al alterar las evidencias y el informe en la reconstitución del crimen, cerró el caso. Además, testigos vieron a la PDI sacar a Delfín Díaz a la fuerza del restaurant "El Pollo Chico".
Pero este cierre del caso, anunciado con bombos y platillos por el entonces jefe de la PDI, Juan Fieldhouse, no convenció al juez Fernando Soto Arenas. Exigió una nueva investigación.
Después, encargó reo a Mario Santander Infante y lo retuvo en la ex Penitenciaria por 19 meses.
Como la encarcelación de Santander Infante coincidió con la teoría de la extorsión presentada por José "Topo Gigio" Contreras, se habló de un posible suicidio por culpabilidad de Delfín Díaz. Y se describió a Díaz ante la opinión pública como asesino y extorsionador.
El caso pasó a la jueza Raquel Camposano, quien reemplazó a Fernando Soto Arenas, en apariencia el único agente de la justicia comprometido con la búsqueda de la verdad.
En 2014 se determinó mediante pericias que Delfín Díaz había sido asesinado. El abogado de la familia Mayer, Marcelo Cibié, reconoce haber recibido apremios ¿Un dato más? La madre de Santander era prima hermana del capellán militar Florencio Infante, confesor de Lucía Hiriart.
En 2020, el empresario Mario Santander Infante se disparó en la cabeza. Encontraron el arma en sus manos. La Policía de Investigaciones descartó la acción de terceros.
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