domingo, 8 de octubre de 2023

📼 Escena de "El Padrino": El detalle con el cual Marlon Brando sorprendió a Coppola al filmar la muerte de Vito Corleone


Cristian Berríos 

El hecho de que Marlon Brando es uno de los mejores actores de todos los tiempos no es misterio para nadie. Lo que quizás cambió con el paso de los años fue su capacidad de entregarse a cada papel o película. Por ejemplo, es de público conocimiento que Brando se negaba a memorizar sus parlamentos, aludiendo a que la naturalidad que pretendía en sus escenas sólo se daría al pronunciar las palabras por primera vez. Por ese motivo, solía pegar carteles con sus líneas en los sets de grabación, o incluso sobre otros compañeros, como ocurrió con Robert Duvall en El Padrino. 

Ese desdén por los aspectos formales o disciplinarios, tanto de su oficio como de la industria, en la cual llegó a cobrar cifras astronómicas por escasos minutos en pantalla, como en Superman (1978), no estaba del todo presente en el mítico rodaje de El Padrino. Era un actor creativo, intimidante para algunos e inspirador para otros, debido a su magistral dominio en escena. Además, participaba del buen humor que, salvo incidentes puntuales, prevaleció entre el reparto fuera de cámaras.

En la escena de la muerte de Vito Corleone, Brando se mete una cáscara de naranja en la boca y asustó al niño que interpretaba a su nieto. Francis Ford Coppola vio la escena y lo consideró una ocurrencia absurda, pero luego comprendió el mensaje de Brando: Cerca del fin de su vida, Vito Corleone se mostraba como un monstruo. 

El director describió lo sucedido en una entrevista al cumplirse 50 años del estreno de la película: "Pensé: ¡,Que idea más ridícula! Pero de repente lo vi claramente: ¡Por supuesto! ¡El Padrino muere como un monstruo! Una vez que le había visto con colmillos de cáscara de naranja, supe que nunca podría rodarla de otra forma"

Esa era su verdadera naturaleza, escondida tras su figura de autoridad y poder. Esta condición de monstruo no se relaciona con su oficio de villano, porque muere jugando como si él mismo fuera un niño, olvidando los crímenes en los cuales ha participado. 


Años más tarde, en "Bram Stoker's Dracula" (1992), Francis Ford Coppola hace un guiño a este fin propuesto por Marlon Brando. Al morir, Drácula, un monstruo consumado y perseguido por sus crímenes, sufre una transformación, y queda en evidencia que ha sido redimido. 



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